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Español
día negro envenenado,
con la tempestad
venía el ataque;
pronto brilló
el rayo malvado,
de sangre derramada
bajaba crecido el Bidasoa.
Cuántas madres lloran,
¡Ay, pobre hijo mío!
Nuestro pueblo se hallaba
perdido en el atraso,
cuando alzando la cabeza
dimos un paso adelante:
del cielo escupieron bombas,
en los bosques tronaba el cañón,
las balas llegaban
como granizo en la tormenta.
Cuántas madres lloran,
¡Ay, pobre hijo mío!
Aunque no era fácil
nuestra vida en España,
los que amamos la libertad
no nos amedrentamos,
todo este desastre es
por culpa de los ricos:
quieren al pobre y al obrero
siempre bajo sus botas.
Cuántas madres lloran,
¡Ay, pobre hijo mío!
Blindados carros de guerra,
diabólicos inventos,
llegan hasta nosotros
como lobo entre las ovejas,
a cañonazos barren
toda nuestra tierra.
Aunque coraje no falta,
no tenemos con qué responder.
Cuántas madres recuerdan,
¡Ay, pobre hijo mío!
Nos quieren engullir
como la golondrina traga un mosquito:
así pasamos cuarenta y cinco días,
¡que vida más dura!
Querido pueblo de Irun,
leal y honrado como pocos,
defensor del pobre,
pueblo bueno y justo.
Cuántas madres recuerdan
¡Ay, pobre hijo mío!
Falangistas y requetés
¡qué gentes tan valientes…
cuando les ayudan los traidores
y falsos militares!
De la mano se han unido
la maldad y la envidia.
Adelante contra ellos,
honrados y valientes hermanos.
Madre Euskadi es nuestra ayuda:
¡Adelante, pobre hijo mío
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