- Letras
- Traducción
- Acordes
- Escuchar
- Votos
Español
como un agudo chistu,
y poco después se oye
el bramido de los cañones.
Negros aviones
se asoman en el cielo,
el estruendo de sus motores
se adueña del aire
Ancianos y mujeres
mezclados entre niños
se aprestan a los refugios
como topos bajo tierra.
De las alturas llega
el rayo que nos regalan...
¡Maldito silbido
que nuestros oídos no pueden evitar!
Sirenas, sirenas de nuevo,
por enésima vez,
la vieja casa arde
por los cuatro costados.
Gritos en el precipicio,
no cesan los '¡ai, ene!',
miembros mutilados de cadáveres
se desparraman aquí y allá.
Allí la cabeza, aquí una pierna,
más allá un pie,
lo que no ha sido reducido a polvo
ha quedado en pedazos.
Suena de nuevo la sirena:
¿qué más quiere el verdugo?
¿No se ha saciado todavía
con tanto despojo sin vida?
Negros pajarracos del diablo,
¿no tendremos la ayuda
de alguna fuerza aérea
que los haga caer en picado?
Con el ruido de sus motores
ya se marcharon por fin,
tras dejar a su paso
un verdadero río de sangre.
Y se han ocultado
allí… allí… a lo lejos.
Escribe tu comentario